Nestlé ahora puede entregar galletas recién horneadas a su puerta

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Tanto si sigues la receta escrita en el reverso del paquete de galletas de chocolate como si consigues tus galletas de chocolate congeladas y listas para el horno, Nestle Toll House es una parte indeleble de los recuerdos de la infancia estadounidense. Ahora, esa nostalgia llega a tu casa recién salida del horno a través del nuevo servicio de entrega de Nestlé. Las galletas pueden incluso llegar calientes.

La empresa se ha asociado con el creador de marcas de entrega Nextbite y sus socios de restaurantes independientes para vender seis sabores de galletas recién horneadas en UberEats, GrubHub y DoorDash. Entre las galletas que se ofrecen están las de chispas de chocolate, las de mantequilla de cacahuete, las de chispas de chocolate blanco y nuez de macadamia, las de tortuga de nuez, las de snickerdoodle y las de azúcar. Pero la cosa no queda ahí, porque también hay masa de galleta comestible, helado Haagen-Dazs y (obviamente) leche.

Actualmente, la entrega está disponible en siete mercados -Washington, D.C.; Dallas y Sugar Land, Texas; Amherst, N.Y.; Downer's Grove, Ill.; Louisville, Ky. o Tampa, Fla. - pero la expansión es inminente. Los precios oscilan entre 2 y 2,35 dólares por galleta, y una caja de 6 cuesta entre 11,50 y 12,50 dólares.

Basadas en las galletas de chocolate originales inventadas por la chef y dietista Ruth Wakefield en el Toll House Inn de Whitman, Massachusetts, las galletas Toll House son tan famosas y reconocibles como puede serlo una galleta. Llevan casi 100 años en el mercado, ya que aparecieron por primera vez en el restaurante a principios de la década de 1930.

La historia cuenta que Wakefield se fue de vacaciones a Egipto y, al volver a casa, se inspiró para hacer cambios en su menú. Según una entrevista que le hicieron en los años 70, "habíamos estado sirviendo una fina galleta de caramelo de nuez con helado. A todo el mundo parecía gustarle, pero yo intentaba darles algo diferente".

Durante la prueba de la receta se dio cuenta de que el único chocolate que tenía era una tableta de Nestlé semidulce, en lugar del chocolate amargo de pastelería que había planeado fundir en las nuevas galletas. Decidió seguir adelante, rompiendo el chocolate en pequeños trozos con un punzón.

El resto, como se dice, es historia. En 1939, Nestlé se puso en contacto con Wakefield para imprimir su receta, y supuestamente se la vendió por un dólar. Esa compra impulsó el nombre de Toll House a vivir durante generaciones. La marca incluso lanzó Nestle's Toll House Cafe, una cadena de galletas con 85 locales que acaba de ser vendida a Fat Brands.

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